Agosto 2020.
La economía salvadoreña se encuentra en una coyuntura macroeconómica complicada para la sostenibilidad de los negocios. Los efectos que ha provocado la crisis sanitaria se muestran en el Gráfico No. 1, con una caída del 15.28% de la actividad económica real, medida en este caso por el Índice de Volumen de la Actividad Económica (IVAE) que publica el Banco Central de Reserva (BCR), en su serie desestacionalizada. Este impacto es el doble del que provocó la crisis financiera internacional en nuestro país, cuando el IVAE cayó a -7.61% en octubre de 2009. Esto implica que las empresas, de todos los tamaños, han puesto a prueba su resiliencia para la continuidad de operaciones.
Las empresas se enfrentan a la “nueva normalidad” tratando de decidir el tamaño óptimo de operaciones bajo nuevos canales de distribución y ante la incertidumbre de la prolongación que podría tener la crisis sanitaria. En este contexto, las empresas tendrán que innovar en su relación con los clientes quienes, debido al menor ingreso que supone la pérdida de empleos, habrían realizado un rebalanceo en sus prioridades de consumo.
El contexto macroeconómico también se ha visto afectado por la desaceleración del crédito del sistema financiero, que incluye los saldos crediticios de los bancos comerciales, bancos cooperativos y sociedades de ahorro y crédito. De diciembre de 2019 a marzo de 2020 el crédito había repuntado desde un crecimiento anual de 4.9% a 6.4% respectivamente, tal como se muestra en el Gráfico No. 2. Pero esta dinámica decayó en el segundo trimestre, pues en junio de 2020 se tuvo una variación de 5.4%, mostrando que los intermediarios bancarios estarían colocándose en posición conservadora en tanto no se definan completamente los impactos de la crisis sanitaria y las condiciones en que quedarían otras variables como las remesas familiares, la inversión y la sostenibilidad financiera del Estado.
Mientras el panorama macroeconómico no se logre descifrar, las tasas de interés estarían incorporando esa incertidumbre en su tendencia de corto plazo, tal como se advierte en el Gráfico No. 3; en el cual se muestran alzas en las tasas activas promedio, tanto en plazos de 1 año (7.23%) como mayores a 1 año (9.36%), encareciendo con ello la operativa de los negocios. De esta forma, el crecimiento económico y el crédito expresan distintos acomodamientos ajustados por la tasa de interés.
Ante la reapertura económica, es importante que las empresas de la economía real y los intermediarios bancarios diseñen estrategias que les permitan asimilar los impactos de la crisis y enfrentar la continuidad de operaciones bajo enfoques novedosos de gestión de riesgo y de optimización de su estructura de negocios. En el caso de los intermediarios bancarios, han de hacerlo también cumpliendo con las políticas macroprudenciales en un entorno de nuevo ciclo de negocios.
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